07 Reseñas

 


 

Por qué hablo de mi vida
Todo podía haber sido completamente distinto. Pero estoy agradecido de que fuera así y no de otro modo. Agradecido a las muchas y muy distintas personas que me han acompañado, apoyado y dado fuerza en estas siete, a veces tempestuosas, décadas. Agradecido al mismo tiempo a ese poder oculto cuya graciosa condescendencia conmigo creo poder comprobar en mi vida, incluso en los momentos más duros. Gratitud es, pues, el sentimiento básico con que afronto esta biografía.
Pero también, en la misma medida, espíritu de lucha, que no hay que confundir con ganas de pelea. Porque en todos los enfrentamientos, que yo la mayoría de las veces no busqué pero que tampoco evité, no se trató nunca de caprichos, que fácilmente hubiera yo podido abandonar; sino, más bien, de una causa grande en la que creo, por la que merece la pena luchar y que en estas memorias ojalá cobre contornos tan claros como la persona que intenta servirla: la verdadera figura de la Iglesia católica, de la ecumene, es más, del cristianismo en general. De ello querría yo hablar. Mi último “escrito de guerra” será mi autobiografía, dije en broma a quienes hace ya años me insistían en que la escribiera. ¿Será el “último”? En todo caso, he dejado en segundo lugar otros proyectos de libros, porque vi claro que mi biografía debía aparecer ahora y no más tarde. Por razones personales: ¿cuánto tiempo más podré yo escribir?; y también políticas: ¿no se dan ahora las bases para una nueva época mundial y eclesial? Tengo ya una larga vida y he vivido mucho, sin duda, de forma que mis memorias, que con frecuencia se refieren a gente que todavía está viva, no parecerán una arrogancia.

Siempre había esperado que me fuera concedido vivir la sucesión de Juan Pablo II en el pontificado. Esta esperanza se ha cumplido, pero en un sentido totalmente contrario al que yo y todos los que aguardábamos un papa en la línea de Juan XXIII y del concilio Vaticano II hubiésemos deseado.
No cabe duda de que la elección papal del año 2005 ha incrementado considerablemente la importancia de estas memorias, así como mi responsabilidad en cuanto autor de las mismas. Casi todos mis grandes compañeros de fatigas en la renovación de la teología y la Iglesia desde el tiempo del concilio están muertos o se han jubilado, salvo uno. Y ése ha sido elegido papa. JOSEPH RATZINGER es BENEDICTO XVI.
Por razones tanto personales como materiales, una comparación de nuestras respectivas trayectorias vitales en las circunstancias de la segunda mitad del siglo xx podría ofrecer análisis sumamente reveladores de la evolución de la teología y la Iglesia católica e incluso de la sociedad en general. Desde hace ya tiempo me ronda la idea de que nuestras respectivas reacciones —tan diferentes entre sí— a los “signos de los tiempos” son, hasta cierto punto, ejemplares en lo que atañe al curso seguido por la Iglesia y la teología. El lector podrá constatar —no pocas veces con asombro— cuántos puntos comunes se ponen de manifiesto, a pesar de todas las diferencias. No hace falta decir que no pretendo suscitar la impresión de que la vida de Joseph Ratzinger y la mía se hallan, por así decirlo, entrelazadas por el destino, ni tampoco la de que yo contemplo mi vida en el espejo de Ratzinger. No; cada cual vive su propia vida. Pero no se debe pasar por alto que, durante aproximadamente cuatro décadas, nuestras trayectorias vitales han transcurrido en gran medida en paralelo y luego se han tocado de manera intensa, separándose sin embargo a continuación, para volver a cruzarse más tarde.

QUÉ PRETENDE ESTE LIBRO
¿Precisamente ahora un voluminoso libro sobre el cristianismo? ¡Sí! ¡Precisamente ahora! Porque una gran crisis del cristianismo exige con urgencia una respuesta amplia. Y, para decirlo ya de entrada, esa respuesta es radical. No eximirá de la crítica a tradición e Iglesia cristiana alguna porque confía de forma radical en la causa del Evangelio. Confrontará el catolicismo, la ortodoxia, el protestantismo y el anglicanismo, sin compromisos ni armonización, con el mensaje original, prestándoles de ese modo un servicio ecuménico. Este libro puede y debe ser crítico con la Iglesia porque está escrito desde una fe inquebrantable en la persona y causa de Jesucristo, y porque quiere que la Iglesia de Jesucristo siga existiendo en el tercer milenio.
¿Pero es posible seguir confiando aún en la causa cristiana? ¿No hay que dudar del cristianismo con miras al tercer milenio? ¿Acaso el cristianismo no ha perdido inteligibilidad y credibilidad al menos en los países europeos? ¿No existen hoy más tendencias que en cualquier otro tiempo a alejarse del cristianismo, a aproximarse a religiones orientales, a grupos políticos y de experiencias de todo tipo, o también, sencillamente, a retirarse a una cómoda privacidad descargada de toda obligación? ¿No es cierto que muchos, también en nuestros países “cristianos” y de manera especial en los católicos, relacionan el cristianismo con una Iglesia jerárquica hambrienta de poder, inflexible, con el autoritarismo y dictadura doctrinal, con la generación de miedos, complejos sexuales, negativa a dialogar y, con frecuencia, con un trato lesivo de la dignidad humana con quienes piensan de otra manera? ¿No se identifica en especial a la Iglesia católica con la discriminación de las mujeres cuando Roma desearía prohibir “de forma definitiva” la ordenación de mujeres (como también el matrimonio de los sacerdotes, los anticonceptivos...)? Y, a la vista de tal incapacidad de enmienda, la indiferencia, otrora más o menos benevolente, respecto del cristianismo ¿no se ha trocado en bastantes sitios en animosidad, incluso en enemistad abierta?

“Con toda sinceridad, señor Küng, ¿en qué cree usted personalmente?”. Esta pregunta —u otras análogas— me la han formulado innumerables veces a lo largo de mi prolongada vida de teólogo. Intento responder a ella no sólo con estereotipos llamativos, sino de forma personal, y a la vez abarcadora.
Escribo para personas que se hallan en proceso de búsqueda. Para personas que no saben qué hacer con la fe tradicionalista de origen romano o protestante, pero que tampoco están contentas con su incredulidad o sus dudas de fe. Para personas que no anhelan una barata “espiritualidad del bienestar” o una “ayuda existencial” a corto plazo. No obstante, también escribo para todos aquellos que viven su fe y, además, quieren dar razón de ella. Para aquellos que, lejos de limitarse a “creer”, desean “saber” y esperan, por tanto, una interpretación de la fe que esté fundada filosófica, teológica, exegética e históricamente y tenga consecuencias prácticas.
En el curso de mi larga vida, mi concepción de la fe se ha clarificado y ampliado. Nunca he dicho, escrito o predicado sino lo que creo. Durante muchas décadas he podido estudiar la Biblia y la tradición, la filosofía y la teología, y ello ha llenado mi vida. Los resultados se encuentran elaborados en mis libros. Uno de ellos se ocupa del “símbolo de los apóstoles”: una confesión de fe que, sin embargo, sólo existe en forma acabada desde el siglo v. Quien desee saber más sobre estos doce artículos —muy heterogéneos entre sí y a menudo polémicos—, entendidos en consonancia con la Escritura y a la altura de nuestro tiempo, puede leer esa obra, Credo (en alemán existe asimismo una edición especial titulada Introducción a la fe cristiana), que para mí conserva toda su validez.
En el presente libro no me desdigo de nada de lo que escribí allí o en el volumen El cristianismo: esencia e historia (por ejemplo, sobre los dogmas cristológicos).

¿Cuál es, pues, la razón de que se escribiera un libro tan incómodo? Sencillamente, ese libro se escribió porque ya era hora de hacerlo. Nada en él está dirigido contra la persona del papa, cuyas buenas intenciones siempre he mirado con respeto. Pero ya es hora:
1. De emprender una seria desmitologización y desideologización de la autoridad docente eclesiástica, que libere a la Iglesia católica de ciertas presunciones, violencias e infidelidades antiguas y modernas de la teología y la administración romanas;
2. De sacar las oportunas consecuencias de los principios formulados por el Vaticano I I, que, bajo la inspiración de Juan XXIII, renunció conscientemente a formular definiciones infalibles, y que, en contra del dogmatismo tradicional, ha exigido y en parte practicado una orientación más constructiva del kerigma cristiano en nuestros días;
3. De iniciar con toda lealtad una protesta abierta contra la orientación de la política eclesiástica en la etapa posconciliar, que en muchos puntos (regulación de nacimientos, matrimonios mixtos, celibato, elección de obispos, Iglesia holandesa, credo) redunda en perjuicio de los hombres y de la Iglesia misma;
4. De intentar una solución a las dificultades fundamentales que desde hace 450 años se oponen a la reunificación ecuménica de las Iglesias;
5. De reflexionar nuevamente sobre la condición histórica de la verdad en la Iglesia; de posibilitar una fundamentación mejor de la fe cristiana; de llevar a cabo una adecuada renovación de la doctrina católica, y de hacer viable en todas las cosas la manifestación renovada del mismo Cristo a través de un sistema eclesial que, hasta ahora, muchas veces ha estado en contradición con su mensaje.
¿No merece todo esto la pena del compromiso y el riesgo calculado? Mi libro intenta construir. Sin duda resultará medicina amarga para algunos —que me lo echen en cara sin pasión—; pero tal vez sea provechoso a la Iglesia.
Y, para terminar, dos palabras sobre este pequeño volumen: por desgracia, mi amigo Karl Rahner no sólo no ha querido discusión alguna antes de la divulgación de su artículo, sino que incluso ha rechazado la proposición que le hice de que mi respuesta se publicara junto con las críticas de Lohrer, Lehmann y la suya propia. Yo no quisiera atribuirlo a miedo a la verdad o, por lo menos, a la discusión.
En todo caso, Rahner me ha forzado a elegir este camino de publicar separadamente mi respuesta.

Tubinga, Pascua de 1971
HANS KUNG

 

Ya han pasado los tiempos en los que en los diccionarios de teología católica, o bien se buscaba en vano el término libertad, o bien sólo se hallaba en él una referencia al artículo ley. Hoy día, no sólo en la cristiandad, sino también en la Iglesia católica se tiene la plena convicción de que la libertad no puede ser para los cristianos una mercancía rara o un artículo de lujo para determinados sectores. La libertad es un derecho o, mejor dicho, la oportunidad de todo cristiano. La libertad es el presente de Dios a los hombres. La libertad es el gran quehacer del hombre al servicio de Dios.
En estas páginas se expone lo que esto significa en nuestros días:
Para cada cristiano en el mundo, en base al ejemplo de Tomás Moro, ¿qué significa vivir libres en el mundo según el Evangelio?
Para la Iglesia, ¿en qué consiste la verdadera libertad de la Iglesia con respecto al mundo y cómo ha de realizar la Iglesia para sí misma esta libertad?
Para la teología, ¿en qué medida y, sobre todo, para qué debe ser libre también la teología, de la que depende en alto grado la libertad de la Iglesia?
Para las religiones, ¿cómo puede la Iglesia mostrar
su libertad a las religiones del mundo y qué libertad puede comunicarles?
Para un papa (el caso del inolvidable Juan xxm),
¿en qué medida realizó éste ejemplarmente la libertad de un cristiano?
Los diferentes temas se interfieren, ¿qué sería, por
ejemplo, la libertad de los individuos sin la libertad de la Iglesia, o qué sería la libertad de la Iglesia sin la libertad de la teología y viceversa? Desde diferentes puntos de vista hay que iluminar la libertad cristiana, que debe extenderse a todo y surtir efecto en todos los sectores. Desde luego, en las páginas que siguen se hablará con diferente tono de acuerdo con los temas de las diferentes secciones: más personalmente cuando se trate de modelos concretos de libertad cristiana: Tomás Moro y Juan xxm; más materialmente, más en relación con la cosa misma, en las demás secciones, aunque en éstas la exposición objetiva de la problemática no tiene por qué excluir el sobrio ardor teólogo.

La cuestión de Dios es más importante que la cuestión de la Iglesia; pero en muchos casos la segunda se le cruza en el camino a la primera. Esto no debiera ser así. Y aquí se acomete el audaz ensayo de hacer ver que no debe ser así. Si en tal empeño no nos conformásemos con destacar a elección alguna que otra línea, sino que quisiéramos trazar un cuadro completo, nos veriamos desbordados por la amplitud de los problemas y la abundancia de la bibliografía. Ya por esta sola razón nos vemos obligados a concentramos, a limitar, a poner acentos, a tratar ciertos puntos con mayor extensión, y otros más brevemente, unos más intensamente, otros por mero perfil y secamente. Todo con un apasionamiento que no excluye la objetividad. ¿Y con qué derecho lo hacemos asi precisamente y no de otro modo? Hemos tratado de que los temas, las perspectivas, el equilibrio de las partes nos viniera del primitivo mensaje, a fin de que Ia luz de la Iglesia de los orígenes marque de nuevo el camino a la Iglesia de hoy.
Este punto de partida tiene consecuencias que sólo pueden responderse partiendo de los origenes. El que tenga reparos que opo­ ner, recuerde que éste es el método que se espera de la teología posconciliar: “La teología dogmática ha de ordenarse de manera que se expongan en primer lugar los mismos temas bíblicos”; partiendo de aquí, ha de darse luego, por medio de la investigación histórica, la penetración sistemática (Decreto sobre la formación sacerdotal, 16).
Mi obra Strukturen der Kirche (1962) ha de entenderse como prolegómeno a este libro.
El método empleado en este libro implica que el teólogo sistemático tenga que acudir, con excesiva frecuencia, al consejo del exegeta. De ahí mi cordial gratitud a mis colegas de Tubinga, pro­ fesor doctor Karl Hermann Schelkle y profesor doctor Herbert Haag, que han leído total o parcialmente el manuscrito y cuyas su­ gerencias han significado mucho para mí. Cordialmente agradezco también a mi colega de teología dogmática doctor Joseph Ratzinger la valiosa ayuda que me ha prestado. Vaya también mi agradecimiento a mis auxiliares doctor Gotthold Hasenhüttl y doctor Alexan­ dre Ganoczy, ahora profesor del Instituto católico de París, así como a todos mis colaboradores en el Instituto de estudios ecuménicos que me han ayudado incansablemente en la confección del manuscrito y en todo el trabajo de correcciones. A la señorita Christa Hempel le doy las gracias por la confección de los índices.

Tomo 2 de 2. Cuaderno de trabajo / Facilitador/a

El presente material ha sido elaborado por el equipo de educadoras populares de Iyolosiwa A. C., institución de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, con motivo de la V Misión Educativa en beneficio de la niñez de escasos recursos, que se llevó a cabo en el año de 2007 en la ciudad de San Luis Potosí con la colaboración de jóvenes del Proyecto de Servicio Social Internacional.
Para su publicación ha sido modificado y adaptado de manera que pueda ser un aporte temático y metodológico a otras instituciones que trabajan en pro de la niñez.

El propósito de los temas es profundizar con niños y niñas de educación básica (8 a 11 años), en la construcción de relaciones más justas y solidarias entre ambos sexos, asimismo, ayudar al mejoramiento de sus habilidades elementales de lectoescritura.
Esperamos que este material contribuya al trabajo de educadores y educadoras que sueñan por ver una niñez más libre, creativa y propositiva dentro de su realidad.

Tomo 1 de 2. Cuaderno de trabajo / Niño/Niña

 

El presente material ha sido elaborado por el equipo de educadoras populares de Iyolosiwa A. C., institución de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, con motivo de la V Misión Educativa en beneficio de la niñez de escasos recursos, que se llevó a cabo en el año de 2007 en la ciudad de San Luis Potosí con la colaboración de jóvenes del Proyecto de Servicio Social Internacional.
Para su publicación ha sido modificado y adaptado de manera que pueda ser un aporte temático y metodológico a otras instituciones que trabajan en pro de la niñez.

El propósito de los temas es profundizar con niños y niñas de educación básica (8 a 11 años), en la construcción de relaciones más justas y solidarias entre ambos sexos, asimismo, ayudar al mejoramiento de sus habilidades elementales de lectoescritura.
Esperamos que este material contribuya al trabajo de educadores y educadoras que sueñan por ver una niñez más libre, creativa y propositiva dentro de su realidad.

Tomo 5 de 5. Identidad de Género

Colección: Educar en perspectiva de género

 

La participación y el trabajo en grupos de mujeres de sectores suburbanos nos ha confirmado en la importancia que tiene para nosotras la educación de los hijos y las hijas sobre todo en las primeras etapas de vida. Seguras de la reciprocidad y la mutua influencia que existe entre nuestra formación y la formación de generaciones más jóvenes, hemos hecho el esfuerzo por trabajar integrando ambas realidades, a veces enfatizando una, a veces la otra, pero siempre con el deseo de rescatar la dignidad de las mujeres como personas humanas y como hijas de Dios. El material que ahora te ofrecemos es el resultado inicial de nuestra búsqueda.

Deseamos que este material contribuya a crear realidades que nos dignifiquen como mujeres y a alimentar relaciones equitativas entre los sexos. Estamos seguras de que la experiencia que tú vayas teniendo será, a su vez, una referencia importante para otras mujeres que también desean hacer de nuestro mundo un mundo más humano y más justo. Te invitamos a compartir tus reflexiones, tus materiales y tu experiencia con nosotras.

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