
Carta Encíclica Dominum et Vivicantem
La encíclica «Dominum et Vivificantem» del Papa Juan Pablo II se centra en el papel del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia y del mundo. En la introducción, se establece que la Iglesia profesa su fe en el Espíritu Santo, quien es el «Señor y dador de vida». Se menciona la importancia de la fe en el Espíritu, que ha sido reafirmada a lo largo de la historia de la Iglesia, desde León XIII hasta el Concilio Vaticano II. La encíclica destaca que el Espíritu Santo es fundamental para la renovación de la Iglesia y la unidad de los cristianos. En la primera parte, se aborda la promesa y revelación de Jesús sobre el Espíritu Santo, quien actúa como Paráclito, consolador y guía. Se enfatiza la relación íntima entre el Espíritu Santo y Cristo, y cómo el Espíritu asegura la continuidad de la enseñanza de Cristo a través de los apóstoles. La segunda parte se centra en el papel del Espíritu en la convicción del mundo sobre el pecado, la justicia y el juicio, destacando que el pecado se relaciona con la incredulidad en Cristo. La tercera parte trata sobre el Espíritu que da vida, enfatizando la importancia de la Encarnación y el papel del Espíritu en la redención. La encíclica concluye con una llamada a la acción, instando a los fieles a abrirse a la acción del Espíritu Santo en sus vidas. Utilidad del contenido: Esta encíclica es un recurso valioso para comprender la teología del Espíritu Santo en la Iglesia católica, así como su relevancia en la vida espiritual y comunitaria de los creyentes. Cinco temas destacados: 1. La fe en el Espíritu Santo como dador de vida. 2. La relación entre el Espíritu Santo y la unidad de los cristianos. 3. La promesa de Jesús sobre el Paráclito. 4. La convicción del mundo sobre el pecado y la justicia. 5. La importancia de la Encarnación en la obra del Espíritu Santo.
Ficha documental
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