El Vaticano II nos animó a revalorar la íntima relación que existe entre la Eucaristía y la Iglesia, y entre la Eucaristía y la Vida. La Iglesia en el Sacramento expresa su comunión con el Señor y la comunión fraterna y su dimensión de fermento de fraternidad en el mundo. La Eucaristía recuerda a la Iglesia su naturaleza: ser Comunidad.
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