Este libro no es un tratado sobre el misterio de la Santísima Trinidad. Lo que aquí se pretende es que los cristinos podamos entender algo mejor cómo es el Dios en el que creemos). La cosa no es fácil. Primero, porque Dios no está a nuestro alcance. Nadie lo ha visto. Y nadie sabe, ni puede saber, cómo es exactamente. Porque Dios, por definición, es el Trascendente, es decir, que nos trasciende. Y eso significa que está más allá de todo lo que nosotros podemos comprender con nuestra limitada capacidad de saber y de entender. Pero, además de eso, a los cristianos se nos complica más todo este asunto. Porque cualquier ser humano, cuando pronuncia la palabra Dios, en realidad está pronunciando una palabra que tiene muchos significados. Los entendidos le llaman a eso una palabra polisémica, que quiere decir lo que acabo de indicar: una palabra que tiene significados, a veces, enteramente distintos. Por ejemplo, es evidente que, en las guerras de religión, que antiguamente eran frecuentes, los contendientes de ambos bandos no podían tener en sus cabezas el mismo Dios. Porque Dios no se puede poner a luchar contra Dios. Parece lógico decir que, en aquellas guerras, los que luchaban y se mataban por Dios, sin duda alguna es que creían en dioses distintos. Y sin ir tan lejos, en la reciente guerra de Irak, tanto Sadán Hussein como Bush invocaban a Dios para arengar a sus tropas. Es claro que, cuando esos dos individuos pronunciaban la palabra Dios, se referían a dioses que poco o nada tienen que ver el uno con el otro.
Libro de José María Castillo