Aquel que se humilló de tal modo―haciéndose hombre primero, luego muriendo, y eso sobre la vergonzosa y agonizante cruz―fue el mismo que desde toda la eternidad, “siendo su naturaleza la de Dios” era “igual a Dios”, tal como lo declara el Apóstol en el versículo precedente. “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios; Él era en el principio, junto a Dios” (Jn. I:1,2); así habla San Juan
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JOHN HENRRY NEWMAN
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