Francisco, Obispo de Roma, ha traído aire fresco a la Iglesia. Sus palabras han sido bien acogidas por el “sabor a evangelio” que se percibe en ellas y por el talante profético que encierran. Por ejemplo, a los Movimientos Populares, en Bolivia, les dijo claramente: “digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio”. A los dirigentes del mundo, reunidos en el 70 aniversario de la ONU: “No hay que perder de vista, en ningún momento, que la acción política y económica, solo es eficaz cuando se la entiende como una actividad prudencial, guiada por un concepto perenne de justicia y que no pierde de vista en ningún momento
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Comisión de Teólogas de América
Editorial
Institución Teresiana
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