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Lenta pero irremediable han ido desapareciendo los grandes protagonistas del Vaticano II, los papas Juan XXIII y Pablo VI y la inmensa mayoría de obispos,tanto renovadores (Suenens, Alfrink, Frings,Döpfner,König,Máximos IV, Lercaro, Helder Cámara…) como conservadores (Ottaviani y el gran opositor Lefêbvre). De los grandes teólogos conciliares (Rahner, Congar, De Lubac, Schillebeeckx, Jungmann, Häring, Murray…) sólo sobreviven Küng y Ratzinger,entonces muy jóvenes. También han fallecido los monjes de Taizé Roger Schutz y Max Thurian,
los observadores ortodoxos como Evdokimov y el patriarca Atenágoras de Constantinopla, con quien se abrazó PabloVI en señal de reconciliación ecuménica.
Incluso historiadores delVaticano II, como G.Alberigo y E.Vilanova, han ido lentamente desapareciendo. Los cristianos que de alguna manera vivieron el concilio, hoy son personas ya jubiladas. ¿Cómo transmitir a las jóvenes generaciones de hoy un acontecimiento del cual la mayoría de sus protagonistas ya
han desaparecido?
 
Autor
Víctor Codina
 
Editorial
Edita Cristianisme i Justícia, BDGACIJ,
 
Fecha de publicación original
2012
 
Número de edición 
No tiene
 
Tipo del contenido
Publicación periódica: artículo en revista digital
 
Formato del contenido:
PDF
 

El comentario de Jon Sobrino invitan a la Iglesia a prepararse para la Cuaresma del año 2012, iniciando con una pregunta reflexiva y comprometida desde el documento de Medellín: con Medellín Dios pasó por América Latina. ¿Con quién pasa ahora?"El Paso de Dios" tocó muy profundamente a la Iglesia y la configuro con la fe de muchos para proclamar al Dios de los pobres, de los oprimidos, Dios entro en la historia Latinoamericana. Desde esa irrupción de los pobres, y de Dios en ellos, Medellín pensó qué es ser Iglesia, cuál es su identidad y misión fundamental, y cuál debe ser su modo de estar en un mundo de pobres. La respuesta fue "una iglesia de los pobres”, semejante a la ilusión que tuvo Juan XXIII y el cardenal Lercaro. En el concilio no prosperó, en Medellín sí. La Iglesia sintió compasión por los oprimidos y decidió trabajar por su liberación. Por muchos, con mayor o menor conciencia explícita, fue acogida como bendición. Por otros, fue percibida, con razón, como grave peligro.

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