Usar un método histórico no significa estudiar la historia por simple curiosidad de erudito. Cuando el autor comenzó a enseñar, hace pocos años, era la época en que se abandonaba el sistema de las tesis escolásticas y en que el positivismo teológico parecía la gran panacea. El gran método había de ser exponer la Biblia y los Santos Padres. Hasta que un buen día, al acabar uno de los primeros cursos, un alumno, que hoy corre por algún lugar de América Latina sorteando dictaduras de derechas, se permitió la siguiente crítica: "Nos has expuesto lo que creyó san Pablo, y lo que creyó san Justino y lo que creyeron los cristianos de antes. Podías habernos dicho también qué es lo que hemos de creer los cristianos de hoy." Era muy fácil dar una respuesta escapista y verdadera: uno no tiene la asistencia del Espíritu Santo para eso. Pero, sin embargo, la crítica tenía buena parte de razón y había puesto el dedo en la llaga. Por ello conviene advertir que el pasado no va a ser leído en esta obra de manera asépticamente neutral o simplemente erudita. Está leído "interesadamente", y no hay recato en confesarlo: porque es grande el interés en responder a aquella cuestión, con fidelidad al ayer y con lealtad al hoy. Se ha intentado hasta el máximo el leerlo con objetividad. Pero sabiendo que no existen más objetividades que las poseídas por sujetos; los cuales preguntan y sufren y progresan, interpretan, necesitan y dan. Y por ello, mal que bien, al leer se interroga, se subraya, se selecciona, se aprende y se intenta sacar, del en-sí del ayer, el para-nosotros del hoy.
Finalmente, es obligado confesar también que la obra intenta ser de eso que se llama Teología Sistemática o Dogmática. Hace un esfuerzo por dejar de lado todas las cuestiones que, en una división clásica de los tratados, se llamarían de Teología Fundamental o, más ranciamente, "de Christo Legato": fundamentación crítica de la pretensión de Jesús, de su Resurrección o de la confesión de su Filiación Divina. Este proceder viene impuesto por la presencia de esta obra en una colección de tratados teológicos. Las cuestiones aludidas han 12 Confíteor quedado asignadas a otro lugar en la citada colección. Se ha hecho un esfuerzo por respetar la división de tareas y por no pisar terreno ajeno. Ello no siempre era posible, porque todo el mundo está de acuerdo en que la división entre Fundamental y Sistemática es bastante imperfecta, y en que ambas se entretejen mutuamente. Pero si no se ha conseguido tampoco es demasiado grave. En fin de cuentas, el orden de los factores no altera el producto... con tal que se siga multiplicando, claro.