Cuando escribo el título “Dios en la creación” pienso en Dios Espíritu santo. Dios es “el enamorado de la vida”, y su Espíritu está en todas las criaturas. Para entender esto he abandonado las viejas distinciones de la teología basadas en los tres artículos del credo de los apóstoles, y he ensamblado en clave trinitaria estos tres artículos de forma que me permitan desarrollar una doctrina pneumatológica de la creación. Esta doctrina, que arranca de la inhabitación del Espíritu divino en la creación, debe aportar puntos de partida para el diálogo con filosofias de la naturaleza integrales, no mecanicistas, tanto antiguas como modernas.
El subtítulo de esta obra llama a esta doctrina de la creación doctrina ecológica de la creación. Con ello queremos apuntar ante todo a la “crisis ecológica” de nuestro tiempo, y a la mentalidad ecológica que debemos aprender con toda urgencia. Pero, en un sentido más profundo, pretendo aludir al simbolismo de habitar y casa, utilizado en este libro. Por su ascendencia griega, ecología significa tratado de la casa (oixos). ¿Qué relación existe entre la doctrina cristiana de la creación y el “tratado de la casa”? Si nos fijamos sólo en un creador y en su obra, no existe lazo alguno. Pero si entendemos en clave trinitaria al Creador, su creación y la meta de ésta, entonces el Creador habita, mediante su Espíritu, en la creación entera y en cada una de sus criaturas; y la mantiene viva y unida gracias a su Espíritu. El misterio íntimo de la creación es esa inhabitación de Dios, como el misterio íntimo del sábado de la creación es el descanso de Dios. Si nos preguntamos por la meta y futuro de la creación, topamos, en último término, con la transfiguradora inhabitación del Dios trino en su creación, que se convierte asi en un nuevo cielo y en una nueva tierra (Ap 21), y nos encontramos con el sábado eterno de Dios, en el que toda la creación alcanza la bienaventuranza. El misterio divino de la creación es la schekiná (inhabitación de Dios). Y la meta de la schekiná es convertir toda la creación en casa de Dios.
Al igual que en otros libros anteriores, sigo un método ecuménico: me he esforzado en utilizar fuentes evangélicas y católicas, y he entablado un diálogo con teólogos de ambas confesiones a fin de que se pueda conocer la comunión tanto en las aporías como en los enfoques cargados de esperanza. Además, he tratado de entablar el diálogo de la Iglesia de oriente con la Iglesia de occidente. Y he llegado a descubrir que la teología ortodoxa ha conservado una sabiduría de la creación que se ha reprimido y perdido en occidente a causa de los modernos derroteros seguidos por la ciencia, la técnica y la industria.