El tratamiento que da el Catecismo de la Iglesia Católica a la oración denota la importancia que le asigna el Magisterio de la Iglesia a la misma.
La oración es la llave que abre nuestro corazón y nuestra alma al Espíritu Santo; es decir, a Su acción de transformación en nosotros. Al orar, permitimos a Dios actuar en nuestra alma -en nuestro entendimiento y nuestra voluntad- para ir adaptando nuestro ser a Su Divina Voluntad. (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica #2825-1827)
La oración nos va descubriendo el misterio de la Voluntad de Dios. (cfr. Ef.1, 9)
La oración va conformando nuestro ser a esa forma de ser y de pensar divinas: nos va haciendo ver las cosas y los hechos como Dios los ve. Ver el mundo con los ojos de Dios.
En el silencio Dios se comunica mejor al alma y el alma puede mejor captar a Dios. En el silencio el alma se encuentra con su Dios y se deja amar por El y puede amarle a El.
En el silencio el alma se deja transformar por Dios, Quien va haciendo en ella Su obra de "Alfarero", moldeándola de acuerdo a Su Voluntad (cfr.Jer.18,1-6).
La oración nos va haciendo conformar nuestra vida a los planes que Dios tiene para nuestra existencia.
En fin: la oración nos va haciendo cada vez más "imagen de Dios", nos va haciendo más semejantes a Cristo.
La oración nos va develando la verdad, sobre todo la verdad sobre nosotros mismos: nos muestra cómo somos realmente, cómo somos a los ojos de Dios.
Te permitirán aprovechar al máximo el esquema organizacional mediante el cual estructuramos la ficha de registro (INFORMACIÓN ADICIONAL) de cada elemento de nuestro fondo bibliotecario-documentalista.