Lo primero es el acontecimiento, la actuación de Dios en la historia. Después, en segundo término, viene el recoger, reflexionar y trasmitir dicho acontecimiento y palabra de Dios. Así pues, la reflexión teológica es palabra segunda, y este su horizonte se ha recuperado y trabajado fecundamente a partir del Vaticano II, muy particularmente en América Latina por la Teología de la liberación.
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