Consideramos como "religiones mundiales" las cinco religiones o sistemas religiosamente determinados de ordenamiento de la vida que han logrado captar multitudes de fieles. En el rubro de las religiones mundiales entran las éticas religiosas confuciana, hinduista, budista, cristiana e islámica. También examinaremos una sexta religión, el Judaísmo. Lo haremos, pues presenta condiciones históricas previas que son fundamentales para la inteligibilidad del cristianismo y del islamismo y porque tiene una significación histórica independiente en la evolución de la moderna ética económica en Occidente, una significación en parte auténtica y en parte presunta, sobre la cual se ha polemizado mucho últimamente. Nos referiremos a otras religiones cuando resulte necesario para determinar conexiones históricas.
Paulatinamente iremos clarificando el sentido de lo que denominamos "ética económica" de una religión. Esta expresión no alude a las teorías éticas inferibles a partir de los tratados teológicos, ya que éstos, a pesar de su importancia en ciertas circunstancias, no pasan de ser meros instrumentos de conocimiento. La expresión "ética económica" alude a las tendencias prácticas a la acción que se basan en el nivel psicológico y pragmático de las religiones.
Aunque el presente estudio podrá parecer esquemático, habrá de clarificar la complejidad de las estructuras de una ética económica determinada y la diversidad polifacética de sus condiciones. Habrá de probar, además, qué modalidades de organización económica externamente semejantes pueden corresponder a éticas económicas muy diferentes y que estas modalidades de organización económica pueden dar lugar a resultados históricos muy distintos según la peculiaridad de sus éticas económicas. Una ética económica no es una mera "función" de un modo de organización económica; y, a su vez, tampoco las éticas económicas determinan unilateralmente el modo de la organización económica.